Tuesday, September 20, 2011

Ejercicio de indagación

Tome un taxi en la central. Si está de buenas (o aburrido del trayecto anterior, en el cual tuvo que chutarse esa estúpida película, soportar las flatulencias de un infante, escuchar conversaciones más idiotas que la película u oler la brisa sobacal de un tipo que no alcanzó asiento), pregunte cómo va la chamba y hará soltar la lengua del conductor. De ahí, la plática puede delirar a problemáticas cotidianas como el desempleo, los embotellamientos, la seguridad social, el narcotráfico, la trata de personas, las próximas elecciones… Si por error (o lugar común) se tropieza con un tema tan bajo, como el último, es bueno mascullar diplomáticamente una jugosa “carne” sobre la clase política: los taxistas comprenden bastante bien la descomposición al interior de los gremios. En estos días el maldecir –más que mala maña– es una moda, un pronunciamiento neutral. Así, no bastará con espetar un rencor artero si de cuestionar el tejemaneje del poder se trata. Busque entre sus oídas las historias urbanas más indignantes, aquellas que supuren cinismo. Es probable que el taxista –un poco molesto por tanta queja– salga con la triste historia de la propaganda política impuesta por el “patrón”. Las corruptelas siempre dan de dónde cortar. Quizá el recorrido no sea tan prolongado para llegar a las lecciones de anarquismo vía Bakunin o Kropotkin, pero es posible que atravesando la ciudad disipe la estulticia congénita de su mente, al distender sus pensamientos en un ejercicio de indagación.

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