Con L. rumbo a un día de campo. Un retén a minutos de entrar en carretera. Muy hijos de puta los sardos nos invitan a bajar del guajolotero, sólo varones: revisión de rutina. Dos cholos abordo, casi los encueran. Se descentra la mirada de aquel que me escruta cuando le miro (común acuerdo): esa guerra sin cuartel es una farsa.
Sin embargo –apechuga m'ijo, que así es mi trabajo (quiso decirme el pobre). Igual que de Tuxtla a Pochutla, cuando el puto agente de migración me pidió la credencial de elector porque lo vi con malos ojos. Un indio con investidura chingando a sus hermanos de Centroamérica: una estampa de ese México profundo que siempre estamos negando.
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