La ciudad no existe. Es una construcción mental. Existe la invención, existe la creación. Cada quien habita la ciudad imaginada. No hay espacio común sino reflejos y espejismos del Yo. El sujeto se multiplica en una habitación vacía llenándola de significados. El sujeto es la ciudad.
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“Descartes escribe que una vez en la vida tenemos que recrear toda nuestra idea de la realidad. Eso es insuficiente. Cada instante debemos recrear nuestra imagen de la realidad”
Hors Matthai Quelle
“La costumbre hace familiar los monstruos”
Alfonso Reyes
“No sé qué cosa tiene el cielo aquí, que transparenta el universo a través de un velo de tristeza”
Efrén Hernández
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La publicidad y la propaganda gráfica hicieron manifiesta la podredumbre del entorno, el graffiti sólo llegó para contrarrestar la manipulación mental producto de estas quimeras clonadas ad infinitud. Con un gesto más violento, el graffiti calca la ironía de una sociedad ensayando la urbanidad desde una selva donde cada individuo es su propio depredador. No es un ornamento más dentro del barullo de imágenes que asaltan al transeúnte, en todo caso es un organismo brotando de los muros para decirnos que la construcción de la ciudad es tarea común y el cáncer de sus restricciones, diseminado en toda la sociedad, está carcomiendo nuestras vidas en pos de un concepto de civilidad demasiado artificial e injusto.
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La academia premiará tus cenizas
La academia cenará tus premisas
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