ENTREVISTA C/ROGELIO VILLARREAL*
Por JPérez...
¿Qué valor tiene la contracultura en un país en ruinas?
La contracultura tiene que repensarse, tener un proceso de autocrítica razonado, fuerte e implacable para no quedarse rezagada en la nostalgia de los sesenta, en la droga, la psicodelia, la comuna, el rock, el amor libre y todo ese rollo que ahora ya está totalmente integrado a la sociedad. La contracultura tiene que desempeñar papeles más activos en términos sociales, de activismo político pero inteligente, no esta rebeldía hueca de la globalifobia donde luego no saben ni por qué protestan. Hay que replantearse muchas cosas para canalizar esta rebeldía en cuestiones más inteligentes, más sanas, para cuestionar al poder, a la burocracia, a las estructuras viciadas y caducas.
¿Consideras que México es generador de una resistencia cultural o sólo un pepenador de prebendas gringas, un reciclador de la contracultura norteamericana?
Yo creo que las influencias son mutuas, de repente creemos que Estados Unidos nos influye y manipula en todo, pero cuando vas a ese país te das cuenta que hay un montón de comida mexicana, música y manifestaciones de nuestra cultura; es un proceso mutuo de alimentación. Aunque sí es cierto que la contracultura en México tomó varios estereotipos y paradigmas de la contracultura gringa, de los cincuenta y sesenta. Por ejemplo, José Agustín en su libro de la contracultura en México siempre está hablando de cómo se importaron estas tendencias, cayendo básicamente en lo mismo: el pelo largo, la ropa hipie y de manta, los viajes psicodélicos a Huautla. Es una especie de remedo, de tratar de ser como los contraculturales gringos.
¿Existe alguna forma de generar un contrapoder sobre los medios de comunicación, de promover un cáncer en el sistema a partir de los medios?
Francamente creo que no. Ya perdimos la batalla, la televisión tiene copado todos los espacios, todo el mercado. Sólo somos pequeños bichitos purulentos en el cuerpo social del país. No podemos hacer nada, es casi inútil oponer resistencia e intentar pelear. Televisa y TV Azteca ya ganaron; lo que podemos hacer es insertar pequeños brotes destructivos y un poco atípicos desde este mundo mediático, pero nada más. Una resistencia mayor sería desastrosa, desgastante e inútil a final de cuentas.
Replicante promete ser una publicación que reúne pensamientos libres y no intenta colocar a sus colaboradores en el sistema. ¿Cuál es el papel de la revista frente a otras de índole ceremonioso y oficialista?
Por una parte queremos cuestionar esa solemnidad, su relación con el poder. Ellos sólo buscan ser interlocutores del Estado, ciertas prebendas; colocar a su gente en lugares estratégicos del gobierno, como Nexos, que se la pasaba colocando gente en secretarías de estado. A Replicante le corresponde denunciar a ese tipo de intelectual santificado, tan orgánico y dependiente del Estado. Pero por otra parte proponemos una cultura más abierta, más sana y más burlona. Investigar, reflexionar, hacer periodismo, humor, publicar arte, pero de una manera más ligera, con una actitud juguetona.
¿Y cómo pueden evitarían caer en lo mismo? Porque algunos de sus colaboradores serán las vacas sagradas del mañana...
Siempre tiene que haber un proceso constante de reflexión y autocrítica. Esta no es una revista generacional, no es de jóvenes, a pesar de que una buena parte de sus colaboradores sí lo sean. La autocrítica interna nos tiene que alejar de estas actitudes cómodas, institucionalizadas, de abanderarnos como los contestatarios, algo que finalmente no nos corresponde. El día que nos institucionalicemos yo renuncio o me retiro.
¿Qué postura debe asumir el intelectual en el México de hoy en día, tan saqueado como ha sido costumbre?
Pues cuestionarlo, denunciarlo. Yo creo que el país está siendo saqueado pero por los propios mexicanos, no hay que echarle la culpa a los gringos. En México tenemos índices alarmantes de corrupción, y políticos de todos los partidos a quienes les encanta robar, mentir y engañar. Pero la culpa la tenemos nosotros al votar por ellos; los políticos salen de nuestras propias filas, de los empleados, de la burocracia, del campesinado. Si no somos capaces de hacer que la gente que sale del pueblo conserve cierta honestidad y vocación de servicio entonces estamos jodidos, somos nosotros los que propiciamos a esos monstruos de corrupción, engaño, de vicios de la política. Hay que estar más informados, escribir, denunciar y ser analíticos. Ve a muchos cómo se encandilan con un candidato populista, zafio e ignorante como López Obrador; y ni qué decir de Madrazo o los demás que son iguales o peores. Si la gente no es capaz de distinguir entre un verdadero proyecto de nación, que no existe, y el populismo de los políticos, pues seguiremos hundidos en la ignorancia y la pobreza por 500 años más.
*El buen Roger es director de la revista Replicante y autor de 40 Y 20 (Moho) y El dilema de Bukowski (Ediciones sin nombre).
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